Ya sabemos de la importancia espiritual de la siembra.
Sembrar es dar una semilla colocándola en buena tierra para que produzca un resultado; es decir, para que se obtenga un fruto específico en un tiempo determinado.
En nuestro tiempo podemos encontrar diferentes tipos de “siembra”, por ejemplo, sembramos ofrendas financieras en personas que tienen necesidades, también en la Iglesia donde nos congregamos. Pero ¿qué más podemos sembrar?; que tal si “nos damos a nosotros mismos como semilla”, es decir, si sembramos de nuestro tiempo, nuestro talento, capacidades, etc., o tal vez si colocamos lo que tenemos, ya sea un auto, un electrodoméstico, etc., al servicio de los demás y de la obra de Dios.
¿Cuándo lo podemos hacer?; siembra una parte de ti mismo todos los días… pero hazlo en tierra de calidad.
Escoge una semilla que sirva para beneficiar a otra persona.
Por ejemplo, en tu casa, siembra respeto, porque respetar cuando no es un acto natural es una siembra que hacemos en favor de los demás.
Puedes sembrar tu conocimiento en otros; ésta es también una semilla poderosa pues de esta manera le das continuidad a lo que sabes… siémbrala.
Piensa por un momento, ¿qué puedo sembrar hoy?
Recuerde que todo lo que haces y siembras para otros, Dios te lo recompensará multiplicado; porque Dios honra a los que le honran.
Oremos: “Señor, en este día quiero ser de bendición para alguien más, dar de lo que tengo, mi conocimiento, mis capacidades, mi talento para que otros puedan beneficiarse. Ayúdame a tener siempre un corazón de sembrador, para dar lo que me corresponde y mucho más, por amor a ti, lo creo y declaro en el precioso nombre de Jesús, Amen”
Versículo: “Y recuerden que el Señor recompensará a cada uno según el bien que haya hecho, sin distinguir entre amo y esclavo” Efesios 6:8 (BLPH).
Buen Dia
Juan C Quintero
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