Una vasija de barro, igual a otra cualquiera, no se pone a discutir con quien la hizo. El barro no dice al que lo trabaja: “¿Qué estás haciendo?”, ni el objeto hecho por él le dice: “Tú no sabes trabajar.”
Isaías 45:9
¿Quién dijo que un objeto puede discutir con quien le ha hecho? Esto parecería cuento infantil. Pero meditemos un poco más profundo y cada uno coloquémonos en el rol que nos corresponde. Dios es el creador de todo y todos, nosotros somos su creación. Ahora bien, ¿Cuantas veces hemos entrado en discusión con Dios? ¿Cuantas veces le cuestionamos lo que permite en nuestra vida?
Dios nos dice “has esto”, nosotros decimos –bueno, haré esto otro porque a mí me parece más lógico. Dios nos dice “no te vayas”, decimos -me voy porque no aguanto más.
En medio de la tempestad es difícil ver el esplendor del sol brillar. Todo está oscuro, todo es confuso, el dolor atraviesa nuestro corazón cada vez con más fuerza. No entendemos lo que pasa ni porque está pasando. Le preguntamos a Dios; pero El parece no responder, entonces comenzamos a contender con El. Comenzamos a justificar porque si o porque no, de tal o cual cosa. ¡Como si nosotros tuviéramos más sabiduría y poder que Dios!
Si usted lee el capítulo 38 del libro de Job, encontrará una Discusión que Dios tuvo con Job, en la cual Dios le hace entender Su grandeza y Su absoluto poder: ¿Dónde estabas cuando yo afirmé la tierra? ¡Dímelo, si de veras sabes tanto!…. ¿Alguna vez en tu vida has ordenado que salga la aurora y amanezca el día?… ¿Puedes ordenar a las nubes que te inunden de agua? Si mandas al rayo que vaya a alguna parte, ¿acaso te responde: “Aquí estoy, a tus órdenes”?
¿Alguno de nosotros tiene respuestas para estas preguntas?
Hermanos míos, somos nada delante de Dios. Así que cuando entregamos el control de nuestra vida a Dios debemos dejar de contender con El. Dejemos de preguntarle “¿Por qué Señor?” “¿Por qué a mí?” Y mejor pregúntele ¿Para qué lo permites Señor? ¿Cómo quieres que lo haga ahora? ¿Qué quieres que aprenda de esto Padre? Estas preguntas cambiarán nuestra actitud antes las dificultades y los momentos de pruebas.
Todos somos imperfectos, todos llenos de debilidades, complejos y pecados; pero al abandonarnos en las manos del Creador hará que Su poder se perfeccione en nosotros.
Eres una vasija en las manos del gran Maestro, déjate moldear y la obra se completará en ti.
DECLARACION: SOY UNA VASIJA EN TUS MANOS SEÑOR.
Oración: Señor, no soy quien para contender contigo. Perdóname Padre por todas las veces que he querido hacer las cosas a mi manera y no a la tuya. Soy una vasija en Tus manos, por amor a tu hijo Jesús completa tu obra en mí. Amen.
-Por: Mildred Natera