Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Salmo 19:1
Mirad que no desechéis al que habla… al que amonesta desde los cielos.
Hebreos 12:25
Salmo 19
“Los cielos cuentan la gloria de Dios… No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (v. 1, 3-4). Sí, Dios quiere comunicar al hombre algo de su grandeza mediante la naturaleza, y especialmente a través del universo celestial que nos hace percibir lo infinito de Dios.
Por elocuente que sea este lenguaje sin palabras, muy a menudo el hombre no lo percibe, pues hace de sí mismo el centro de sus pensamientos, está inmerso en el torbellino de la vida o está persuadido de poder explicar todo mediante su inteligencia.
Dios también emplea otro tipo de comunicación para darnos a conocer no solo su grandeza, sino también sus pensamientos. Lo hace por medio de su Palabra, revelada hoy de forma tan maravillosa en aquel que la encarnó, es decir, Jesucristo, el Hijo de Dios mismo, la Palabra eterna que vino a este mundo.
¿Qué quiere comunicarnos Dios? ¿Mandamientos duros y severos? ¡Todo lo contrario! Dios busca nuestra bendición y nuestro gozo. La Palabra de Dios restaura el alma, la purifica y la renueva. Hace sabio al hombre, alegra el corazón e ilumina los ojos: “El testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos del Señor son rectos, que alegran el corazón; el precepto del Señor es puro, que alumbra los ojos” (v. 7-8).
Es un privilegio si tenemos a nuestra disposición la Biblia, la Palabra de Dios escrita. ¡Leámosla! Su mensaje supremo es una Persona: ¡el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesús!
Éxodo 9 – Hechos 8:1-25 – Salmo 26:8-12 – Proverbios 10:17-18
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