Estamos en tiempos de guerra y lo que se refleja en lo terrenal también se refleja en lo espiritual. Cada día podemos ver en las noticias que se desatan tumultos, injusticias, conflictos y guerras entre comunidades y países. La Guerra Espiritual está bien concentrada y es una realidad, es una lucha contra los dominios de este mundo de confusión. La Guerra Espiritual no es humana, “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales” (Efesios 6:12).  Este pasaje bíblico nos enseña que el enemigo es impalpable o mejor dicho invisible, por tanto es necesario estar alerta puesto que los caminos de Satanás son mentirosos. No podemos dejar que el enemigo nos gane o tome ventajas sobre nosotros, es por esa razón que debemos de estar equipado por medio de la Palabra de Dios y por el Poder de la Sangre de Cristo. La Palabra de Dios nos revela que estemos alertas “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11).  

           Unas de las luchas más grandes es que satanás no quiere que la palabra de Dios sea predicada. El adversario quiere controlar la mente de los incrédulos para que la Luz de Cristo no reluzca sobre ellos. (2 Corintios 4:4). Es necesario que el Evangelio de Dios sea predicado a todas las naciones, de modo que como guerreros de Dios, es necesario saber cómo orar para llevar la palabra del Señor y ganar almas para Dios. Salmo 144:1:15 es una oración de un guerrero hábil con el nombre de David. Desde sus días como un niño pastor de ovejas y en todo su reinado como rey de la nación de Israel, Dios le dio a David la habilidad en el arte, la ciencia, y en la oración. Como guerrero, David enfrentó diversas batallas que parten desde encuentros con oso, león, Absalón su hijo, su caída y levantamiento con Betsabé, y el famoso enfrentamiento con Goliat. En todas esas peleas, Jehová el Todopoderosos le dio la victoria. Su habilidad y experiencia fueron ganadas porque él le creyó a Jehová Gibbor, que significa en hebreos “El Dios Todopoderoso de Batalla”.Dios le enseñó a David a cómo pelear la guerra y ganarla.

          David declara en Salmos 144 “Bendito sea Jehová, mi Roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra; Misericordia mía y mi Castillo, Fortaleza mía y mi Libertador, Escudo mío, en quien he confiado; el que sujeta a mi pueblo debajo de mí”. David sabía que tenía una Guerra Espiritual y no debía confrontarla solo, más bien, él puso su confianza en el Señor Todopoderoso. En la Guerra Espiritual, Dios declara Su soberanía y Poder, Él pelea por ti. (Efesios 6: 12,13). Dios coloca a Sus hijos guerreros en puntos estratégicos para pelear la batalla por medio de la oración en el nombre de Jesús. “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” (Jeremías 1:10).

        Recuerdas que Dios pelea por ti pero también recuerdas que en la Guerra Espiritual, no es darle crédito al enemigo y hablar solamente de sus mentiras, el propósito es de llevar frutos de labios que confiesen el Nombre de Dios a todas las naciones. Es rescatar a aquellos que están bajo el dominio de la oscuridad y llevar la Luz de Cristo a sus vidas. Cada día nos enfrentamos contra las asechanzas del enemigo, el viene como ladrón para robar nuestra paz, pero el Espíritu de Dios nos avisa y nos hace sentir que debemos de estar preparados cada día en oración. No podemos abrirle la puerta al enemigo o dejarlo que el haga y deshaga. Una relación íntima con Dios cada día, nos ayuda a que el enemigo ni se acerque a los hijos de Dios, aquellos que lo buscan en espíritu y en verdad. Como guerreros de Dios, es necesario hacerle frente al enemigo por medio de la Poderosa Sangre de Jesucristo.¿Cómo puedo ganar mi Guerra Espiritual?  

       Así como Dios adiestró los dedos de David para la batalla, así lo hizo con el apóstol Pablo, a Sus Discípulos y a todo aquel que ha confesado a Jesús como su Único Salvador espiritual. Como soldados de Dios, Él nos instruye a utilizar las armas para pelear la batalla, “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”(Corintios 10:4). Doblando rodillas somos más fuertes y se ganan muchas batallas. Ayunando, se ganan muchas guerras. Alabando a Dios, el yugo se rompe. La alabanza rompen cadenas porque Dios habita en medio de las alabanzas de Su pueblo, por tanto, en la alabanza a Dios, se ganan muchas batallas. Cuando perdono, gano batalla. En la humildad obtengo mi victoria. Cuando ayudo al necesitado, gano la guerra. La oración es un repelente para el enemigo, por tanto, cuando oramos ganamos la batalla.

     Así que, toma tus armas y pelea…
La victoria es nuestra, el enemigo no prevalecerá contra nosotros.

     Entonces dijo David al filisteo: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; pero yo vengo a ti en el Nombre de Jehová de los Ejércitos, el Dios de los Escuadrones de Israel, a quien tú has provocado” (1 Samuel 17:45).

¡Ahora descansa en el Señor y canta con júbilo! 

Jehová es mi Guerrero; oh,oh,oh, Jehová es mi Guerrero; oh,oh,oh, Jehová es mi Guerrero; oh,oh,oh.

Con mi alabanza pelearé, pues no es mi guerra si no la de Dios
Danza y pandero yo daré, pues no es mi guerra si no la de Dios
Címbalo y trompeta sonaré, pues no es mi guerra si no la de Dios
Con fuerte y alta voz yo gritare: Jehová es mi Guerrero; oh,oh,oh.  Jehová es mi Guerrero; oh,oh,oh.

Jehová es mi Guerrero; oh,oh,oh.

Por: B. Flores
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