2 Corintios 3:3
Somos embajadores en nombre de Cristo.
2 Corintios 5:20
Lo que el hombre necesita, y lo que Jesús le propone, no es un cristianismo de imitación que consistiría en copiar la conducta de uno de sus discípulos, por muy fiel que sea. El auténtico cristianismo es el resultado del cambio interior que se produce en un hombre que tiene un encuentro personal con Cristo.
A partir de ahí la vida del creyente toma una nueva dirección: da la espalda a ciertos objetivos para seguir otros. En cierto modo da un gran cambio, así como sucedió con la vida de los creyentes a quienes el apóstol Pablo se dirigió hace unos 2.000 años: “Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Tesalonicenses 1:9).
Amigos creyentes, no seamos paneles indicadores invisibles, escondidos o mal orientados, sino al contrario, vivamos de forma que indiquemos claramente el nombre de nuestro Salvador y la dirección para ir hacia él.