Dios siempre quiere lo mejor para sus hijos. Cuando mis anhelos y deseos no son los mejores para mi vida, Dios no me puede conceder esas peticiones. Muchas veces eso me duele y me molesta. Dios, amorosamente, me va mostrando mí equivocación y cuando lo logro entender tengo que decirle: Gracias por cuidar de mí (Jorge L. Cintrón)