Pastor Jorge L Cintrón
“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”
Gálatas 6:9–10
Cristo instituyó dos ordenanzas ceremoniales y las encomendó a su pueblo para su observancia perpetua; 1) Bautismo y 2) Cena del Señor. Estas dos ceremonias son representaciones gráficas de los hechos fundamentales del evangelio y de la salvación. Por ser ordenadas por Cristo se designan estas ceremonias con el nombre de “ordenanzas”.
Los bautistas evitan utilizar el término “sacramento”. No porque la palabra en sí no podría significar los mismo. Esta palabra se ha utilizado con una acepción que tiende a crear confusión. Se presenta el sacramento como una ceremonia que al participar una persona de la misma de forma instantánea obtiene beneficios espirituales. Una ordenanza es una ceremonia sencilla que de forma simbólica reafirma la fe del creyente.
El bautismo, “es estar en el umbral de la puerta de la iglesia. Jesús se sometió al bautismo. Lo practicó. Dio un mandamiento: “Id bautizad”. El bautismo es una confesión pública de fe. Es un acto externo que muestra un cambio interior.
La Cena del Señor, “es estar dentro de la iglesia”. Jesús la instituyó. Los bautistas participan de la Cena del Señor porque ésta es una ordenanza de Jesús para la iglesia….. “haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19)
Bíblicamente se utilizan tres nombres para identificar la Santa Cena. A través de estos nombres se descubren conceptos importantes de esta ordenanza.
1) Cena del Señor (I Corintios 11:20); el que invita es Cristo y es para creyentes.
2) Eucaristía (Lucas 22:19); es acción de gracias por lo que Cristo hace entre los creyentes.
3) Comunión (I Corintios 10:16); es celebración de la unión del creyente con Cristo y con los demás creyentes.
Hay tres conceptos entre los cristianos sobre la Cena del Señor. Los bautistas sostienen el concepto de que la Cena del Señor es un MEMORIAL. Se recuerda el sacrificio de Jesús en la cruz. El PAN representa el cuerpo de Cristo. El VINO representa la sangre de Cristo. Los bautistas rechazan el concepto de la TRANSUBTANCIASIÓN que afirma que el pan y el vino “literalmente” dejan de ser pan y vino para convertirse en cuerpo y sangre de Cristo. También rechazan el concepto de la COSUBSTANCIASIÓN que afirma que el pan y el vino “literalmente” siguen siendo pan y vino pero que también son “literalmente” cuerpo y Sangre de Cristo.
Los evangelistas sinópticos –Mateo, Marcos, Lucas- presentan que al Jesús instituir su Cena señaló que su sangre derramada para perdón de pecado era su nuevo pacto (Mateo 26:28, Marcos 14:24, Lucas 22:20) Pablo al escribirle a la Iglesia de Corinto sobre la Cena del Señor también señala que la sangre de Jesús derramada por los pecados es su nuevo pacto (1 Corintios 11:25)
La Cena del Señor es símbolo de un nuevo pacto. Ese nuevo pacto se hace realidad para el creyente en la iglesia.
La Iglesia al mirar los señalamientos bíblicos sobre la Cena del Señor debe ver marcas de su vida como comunidad. Entre ellas se encuentran:
Ser una familia. “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46) “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:9–10) “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.” (Hechos 4:32)
Ser exclusiva. “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.” ( 1 Corintios 10:21) Aunque el amor de Dios es para todos solamente forman parte de la comunidad de la mesa aquellos para los que Jesús es Salvador y Señor.
Ser santa. “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.” (1 Corintios 11:27-32)
Ser proclamadora. La Cena del Señor es una proclamación simbólica del sacrificio de Cristo en la Cruz; su cuerpo molido por los pecados del hombre y su sangre derramada para perdón de los pecados
Tener esperanza. La iglesia aguarda la Segunda Venida de su Señor
La Cena del Señor es una ceremonia religiosa simbólica en la que participan los que “están dentro de la iglesia”.
La Iglesia es la Comunidad de la Mesa: una familia, de la cual todos pueden ser parte pero es exclusiva, santa, proclamadora y con esperanza.
¿Formas tú parte de esa comunidad?
A esa comunidad se pertenece creyendo con el corazón que Jesús es el Salvador y Señor de uno; y confesándolo públicamente. Y al uno ser parte de esa Comunidad de la Mesa uno anhela estar siempre participando con esa comunidad.
Esa comunidad canta y vive lo que expresó el salmista
Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;
Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
Aun el gorrión halla casa,
Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos,
Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos,
Rey mío, y Dios mío.
Bienaventurados los que habitan en tu casa;
Perpetuamente te alabarán. Selah
…..
Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
Que habitar en las moradas de maldad.
Porque sol y escudo es Jehová Dios;
Gracia y gloria dará Jehová.
No quitará el bien a los que andan en integridad.
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía.
(Salmo 84:1-4,10-12)