Romanos 10:8-9
La Biblia es la Palabra de Dios, de un Dios vivo que es amor y luz. Esta Palabra divina es extraordinaria: su historia, su unidad, sus profecías, su autoridad, así como el impacto que tiene sobre el que la lee y confía en ella, son prueba de ello. ¿Cómo, entonces, no reconocer en ella la voz de Dios mismo?
Si Dios habla, ¿cómo no va a decir la verdad? ¡Él es el único que puede hacerlo! Dudar de su Palabra es decir que él miente. El hombre es responsable de reconocer y recibir plenamente el testimonio de Dios. Esto es mucho más que una simple creencia, que un barniz de religión. ¡Esto se llama fe!
No existe la fe de masas, ni la fe de familia. La fe es una actitud personal que conduce a cada uno a reconocer humildemente que la Biblia dice la verdad. La fe acepta la Biblia como aquello que Dios dice del hombre y al hombre, y lo que dice de Jesucristo, su Hijo.
La fe sabe que el hombre no puede pedir cuentas a Dios, sino todo lo contrario, es el hombre quien tendrá que dar cuentas a Dios.
La fe reconoce los derechos de Dios sobre el mundo en general y sobre todo ser humano en particular. Aprende de Dios que Él es el Dios santo, el Dios de juicio, pero también el Dios de bondad que hoy ofrece su gracia a todo el que reconoce que realmente la necesita.
La fe es el conocimiento personal de un Dios que se reveló en su Hijo, de un Dios que habla, escucha y responde. La fe es una relación viva con ese Dios que pasó a ser nuestro Padre, y con su Hijo, Jesús nuestro Salvador.
Números 21 – Lucas 2:21-52 – Salmo 81:11-16 – Proverbios 19:7-8
© Editorial La Buena Semilla