La anchura, la longitud, la profundidad y la altura evocan las medidas del amor de Dios.

La anchura: Dios propone su gran salvación a todos. Hombre o mujer, de todas las edades, de todos los países o religiones, ¡nadie queda excluido! Dios salva a todo el que cree en el Señor Jesús. Él quiso salvar tanto al ladrón que fue crucificado al lado de Jesús como al hombre más noble. “Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:3-4).

La longitud: para calcular una longitud es necesario conocer los dos puntos extremos y medir la distancia que los separa. El punto de origen se pierde en el pasado, cuando Dios preparó el plan de salvación incluso antes de que la tierra existiese (1 Pedro 1:20). El otro punto es la gloria futura prometida a los que redimió (Juan 17:24).

La profundidad: hace referencia al abismo donde el hombre cayó lejos de Dios debido a su desobediencia. Y también nos habla de la profunda humillación de Jesucristo, cuando vino a buscar a sus criaturas perdidas. Él, el Dios vivo, se despojó a sí mismo y se humilló hasta la muerte de la cruz (Filipenses 2:8).

La altura: es el lugar de la gloria que Cristo ocupa ahora ante Dios, como consecuencia de su obra en la cruz. “Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:9). La altura también es el maravilloso lugar que preparó para todos sus redimidos.