¿Víctima de la depresión? – Parte 2

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peor2“Puse mi esperanza en el Señor, y él se inclinó para escuchar mis gritos; me salvó de la fosa mortal, me libró de hundirme en el pantano. Afirmó mis pies sobre una roca; dio firmeza a mis pisadas. Hizo brotar de mis labios un nuevo canto, un canto de alabanza a nuestro Dios” DHH

 

“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor, y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevoRVR

Salmo 40:1-3

 

La depresión no es una enfermedad; médicos y medicamentos no son la solución. La depresión es un espíritu utilizado por el enemigo para oprimirte todo deseo o animo de vivir. Trabaja de manera muy silente y muchas personas ni saben que son prisioneros del mismo. Este espíritu solo busca hacerte creer que ya todo está perdido y que no se puede hacer nada mejor que morirse. Pensando así le das ventaja al maligno pues invalidas la realidad de Dios en tu vida. Tu no eres resultado de una casualidad, Dios te creó con un propósito.

 

La “aparente” salida fácil de nuestra situación de depresión no es como parece, pues esta decisión traería consigo consecuencias que pagaríamos más allá de la eternidad.  Y esto lo sabemos. Solo que preferimos rendirnos sin intentarlo; pero ¿alguna vez te has preguntado qué es lo peor que podría pasarte si intentas enfrentar, aceptar y salir de esta situación?

 

La depresión entra sigilosamente a tu vida aprovechando alguna frustración. Las más comunes son situación de pecado, decepciones sentimentales, problemas familiares, metas no alcanzadas, soltería, enfermedad o problemas físicos y crisis financieras. Si crees que tu problema es demasiado grande puedes investigar, seguro que encontraras personas que han pasado por situaciones peores que la tuya y han salido adelante. Si crees que no tienes las fuerzas te invito a reclamar para ti la promesa de Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” sabrás que no depende solo de ti, es Cristo quien te ayudará a librarte de los obstáculos.

 

Si hasta ahora no has podido avanzar te exhorto a que medites seriamente en lo qué te tiene cautivo en ese pozo de desesperación. Es hora de abrir y sacar todo lo que llevas guardando por tanto tiempo. Si has cometido algún pecado o estás viviendo en alguno, debes cerrar esa puerta. Y sin importa lo que hayas hecho hay perdón para ti, fíjate en lo que dice el Señor: “Venid ahora, y razonemos –dice el SEÑOR– aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.” Isaías 1:18

 

Al espíritu de depresión se le da albergue y se alimenta cada vez que escuchamos música que entristece, cada vez que vemos películas que acentúan las carencias de nuestra vida, cada vez que decidimos quedarnos en una habitación a oscuras en lugar de salir a un lugar iluminado y al menos leer un libro que de esperanzas. Este espíritu te induce a vivir en soledad, a la autocompasión y autoflagelación de tu alma; pero debes crear conciencia que tu cuerpo, tu mente, tu alma  y tu espíritu te pertenecen a ti, tienes el derecho y la autoridad para decidir quién está dentro y quien esta fuera. Hoy toma la decisión de echar fuera de ti al espíritu de depresión, ordénale que salga, y proponte no dejarle entrar nunca más.

 

Para liberarte de la depresión el primer paso es que tú quieras ser libre. Nadie más puede tomar esa decisión por ti. La depresión no desaparecerá con el simple deseo, usted debe trabajar para ello, será una batalla de día por día. Habrán días buenos y días malos; pero si usted decide seguir y confiar en Dios, lo logrará.

 

Estos son algunos pasos básicos para liberarse de la depresión:

Acepta a Jesus como su salvador. Sin Cristo en su vida no tendrá manera de lograrlo.

Confiesa cualquier pecado o deja de practicarlo. El pecado suele ser el principal motivo por el que entramos en depresión.

Ordénale a ese espíritu que salga de tu vida. Tienes la autoridad sobre tu cuerpo y decides quien entra y quién sale.

Deshazte de todo lo que le provoque tristeza: música, películas, etc.. ¡No acaricies la depresión, maltrátala!

Crea nuevos hábitos. Inscríbase en clases de baile, vaya a hacer ejercicios. Salga con sus amigos. Inicie al menos un pequeño cambio a la vez.

No desesperes si no ves cambios radicales. Recuerde que la batalla es día por día, hasta que se gane la guerra.

Comparte esta decisión con algún amigo. Así tu amigo te dará seguimiento y soporte para seguir adelante.

 

Las personas que sufren opresión deben aprender a ganar cada batalla; pues debemos recordar que se nos advierte en Lucas 11:24-26 “Cuando el espíritu inmundo saliere del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Me volveré a mi casa de donde salí. Y viniendo, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, habitan allí: y lo postrero del tal hombre es peor que lo primero.” Los espíritus inmundos salen de nuestra vida cuando dejamos entrar a Cristo; pero pueden volver y entrar si nos descuidamos. Para evitar una recaída usted debe estar al tanto de las cosas que debe hacer y las que debe evitar.

 

Cuando levante su clamor a Dios no le pida que le dé un esposo, no le pida que le dé un empleo o un hijo. Pídale a Dios que liberte su alma. Pídale que rompa esas cadenas que le atan; porque lo que necesitas es una nueva vida. Pídale que con Su mano poderosa lo alcance a la profundidad de ese pozo donde usted se encuentra, que lo levante y lo coloque en la roca firme y que ponga en su boca un cantico nuevo. Pídale que le llene de ese gozo que solo El ofrece. Permítele a Dios que ordene tu vida como el considere mejor. Él no se equivoca.

 

DECLARACION: ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!

 

Oración: Pacientemente he esperado en ti Señor, he clamado por tu ayuda y tu socorro, he rogado que me libertes de estas cadenas que oprimen mi vida y no me dejan contemplar la hermosura de la vida. Sé que hoy Tú te has inclinado y has escuchado mi clamor. Me gozo porque me hiciste sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; has puesto mis pies sobre peña y has enderezado mis pasos. Y ahora pusiste en mi boca un cántico nuevo. Lo declaro y lo creo en el nombre que es sobre todo nombre, Jesucristo. Amen.

-Por:Mildred Natera

 

Mildred Natera
Mildred Naterahttps://www.elversiculodeldia.com
Una sierva para la gloria de Dios!

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