Hay cosas que quizás nunca le diremos a nadie. No porque sean un pecado, sino porque el hacerlo podría causarles daño. Por ejemplo, recuerdo una oportunidad en la que al sentarme en la mesa para el desayuno la arepa (esta es una comida típica colombiana hecha de maíz, que tiene forma redonda y que se cose al fuego). Cuando la miro con detalle estaba quemada por uno de los dos lados y pensé: ¿me la como así quemada?, ¿hago un drama?, ¿la boto?; pero la decisión fue que me la comí como si estuviera bien preparada. Nunca recrimine, ni hice drama, ni exprese mi molestia. ¿Por qué? Porque no es algo que deba decir; al pensar un poco pude comprender que quién la preparó no lo hizo a propósito, sino que en un descuido se le pasó el tiempo y se quemó.
Me sirve esta experiencia para hablar de perfección, hay personas que por su temperamento quieren que todo sea “perfecto”; que nada falle. Pero la realidad es que la vida está llena de cosas imperfectas y gente imperfecta. He aprendido con los años que es necesario aceptar las faltas de los demás, y más bien tomar la decisión de celebrar las diferencias que tenemos con los demás. Jesús en la cruz tomó todo lo malo de nosotros y lo llevó allí, sacrificándose siendo perfecto y sin mancha. Se hizo pecado e imperfecto por amor. No se quejó, no hizo drama, solo se entregó y cumplió con su misión redentora. Lo hizo por toda la humanidad pecadora e imperfecta.
Hoy necesitamos más personas que aprendan a vivir en el mundo imperfecto, lleno de personas imperfectas, las cuales, aprendan a ser como Jesús, que no vivan quejándose por lo que no tienen o por lo que no consiguen o por la forma de ser y de actuar de los demás.
Es claro que una de las claves más importantes para la creación de un ambiente sano en la familia, en el trabajo, en la Iglesia, y tener así relaciones duraderas es el de aceptar las diferencias y los errores de los demás; y hacer la tarea de no dejar que pequeños detalles o situaciones nos amarguen la existencia.
¿Te atreves a ser más tolerante a partir de hoy?
Versículo: “… la conducta de ustedes debe ser como una luz que ilumine y muestre cómo se obedece a Dios. Hagan buenas acciones. Así los demás las verán y alabarán a Dios, el Padre de ustedes que está en el cielo”. Mateo 5:16 (TLA)
Buen día…
Juan C Quintero
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