Cuando alguien declara que ha tenido una victoria es porque se ha desatado un poder para lograrlo. Puede ser el poder de la inteligencia para vencer sobre un acertijo; o el poder físico para vencer sobre otros en una competencia.
Pero los cristianos tenemos un gran poder… el poder de la fe. Fe en Dios en Su infinita Gracia, en Su profundo amor y en Su grandiosa bondad.
Es la fe en las promesas de Dios la que nos sostiene, la fe que enseña la Biblia, la cual es más que un conocimiento intelectual… ¡es una convicción del corazón!, ¡es más que una idea religiosa es una relación de nuestra vida con el Dios creador!, ¡es más que una emoción que agita nuestros sentimientos es una experiencia en lo profundo del ser!, esa fe que viene de la revelación del conocimiento que tengamos Dios.
La fe en Dios tiene el poder para convertirse en un ancla que nos mantiene estables en medio de un mundo que, como mar embravecido, nos golpea muy fuerte.
Hoy hago referencia a la fe real, verdadera, que llega a la vida como una lluvia del cielo que cae sobre la reseca y adormecida conciencia, y que tiene el poder para “ablandar el corazón endurecido” para convertirlo en tierra fértil dónde empieza a brotar la esperanza, y que permite que Dios sea más que un concepto religioso y que se revele como un ser real, que l nos ha amado tanto que envió a su único Hijo, a Jesús a ser el sacrificio por nuestros pecados, a quien por fe sabemos que resucito y que vive y reina.
Es la fe que nos revela al gran Dios creador de todas las cosas, quien a su vez es un Dios personal con el cual puedo tener comunión; en quien puedo tener la certeza de que me conoce a la perfección, que sabe de mis tristezas y alegrías, que me oye cuando hablo en oración. Un Dios que estableció promesas que llenan el vacío del alma y que calman al que está afanado y necesitado de paz interior, y que no solo me acompaña en mi día a día, sino que ha prometido darnos un futuro y una esperanza en esta tierra y la certeza de la eternidad celestial.
Insisto que hoy hago referencia a esa fe verdadera la que da la fuerza para vencer sobre los temores, las angustias y las dudas; fe que establece que “no hay nada imposible para Dios”
Oro por ti, para que tu fe en Dios sea verdadera
Versículo: “porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.”. 1 Juan 5:4 (NVI)
Buen Dia
Juan C Quintero
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