Una de las industrias mas prósperas en todo el mundo es la de la salud, allí están los complementos vitamínicos, los médicos especializados, los gimnasios y los programas dietéticos entre otros; todos ellos con el propósito de mantener la salud del cuerpo y que cada persona pueda tener una vida sana.
En el caso de la fe, para que podamos tener una vida espiritual sana debemos darnos cuenta del potencial tenemos para obedecer a la Palabra de Dios. Creo que mucho más que el mejoramiento de la belleza o de la fortaleza física, cada persona debe ser capaz de entregarle su vida al Señor para que pueda ser sanado y restaurado espiritual y emocionalmente.
Es curioso, pero nos encargamos más de cuidar el aspecto exterior que el interior. Quizás sin reconocer que el estado interior es el que se refleja en el exterior.
Esa misma sanidad y restauración es la que usará Dios para que podamos llevar libertad y salvación a los demás. Somos seres restaurados encargados de restaurar a otros.
De esa forma seremos los pies de Jesús, Sus manos y Su boca a través de las cuáles podemos llevar la bendición a los demás.
La sociedad tendrá esperanza si compartimos a Jesús; ¿Cómo?, la respuesta es… siendo misericordiosos con los que han pecado, amando a los que nos hacen daño; perdonando; compartiendo las verdades bíblicas. Y que la paz de Cristo se refleje en ellos siendo sus vidas sean consoladas. No es religión, es amor y del verdadero; es compartirle a los demás el secreto para vivir en gozo y para sobrellevar las dificultades propias de la existencia.
Cuando compartimos con el que sufre le estamos recordamos; a través de nuestras acciones, que Dios no le ha olvidado y que está presente por medio nuestro, puesto que somos nosotros un reflejo de su amor y compasión.
Estoy seguro de que el Señor quiere que cuidemos nuestros cuerpos y busquemos una vida sana. Pero especialmente quiere que cuidemos nuestro interior, la vida espiritual; para ser así mismo portadores de la fe y de la esperanza para quien la ha perdido.
Versículo “Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu”. Romanos 12:11 (NVI)
Buen Dia
Juan C Quintero
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