En la vida pasamos por procesos constantemente. Por ejemplo, el proceso del nacimiento, del aprendizaje, por las diferentes etapas del crecimiento, etc.
Un proceso bien manejado permite una mejor toma de decisiones. Un mal proceso es aquel en el que las decisiones son tomadas a medias o no simplemente no se toman y por lo tanto el resultado será negativo. Cada proceso implica actuar con responsabilidad.
Decidir sobre los procesos de la vida con sabiduría es permitir que sea Dios quien gobierne sobre los pensamientos y acciones. Porque cuando no está el Señor presente es fácil caer en el error de calificar los procesos como buenos o malos a simple vista.
Es claro que experimentamos procesos fáciles de manejar, como por ejemplo el de crear una rutina en nuestro trabajo; pero hay otros difíciles como lo son: enfrentar una enfermedad, un accidente, una ruptura familiar o una gran pérdida en un negocio.
Te pregunto, ¿Cómo respondes ante los procesos?
Algunos lo hacen de manera emocional, lo que trae inestabilidad, porque la respuesta estará determinada por la forma en que la persona se sienta; es decir, si se está de buen ánimo la respuesta será positiva; si no lo está, entonces el ambiente se tornará pesado y difícil.
Los procesos manejados de manera saludable son aquellos en los que las decisiones están centradas en el respeto, el buen trato, el rumbo que se le quiere dar a la situación y el plan de acción que se determina para tal fin.
Le invito a ser creativo(a) para resolver las situaciones, a que consulte con personas maduras espiritualmente y experimentadas en los temas a tratar; a orar y buscar al Señor antes de actuar; a medir cada consecuencia de las posibles acciones a tomar antes de actuar y confrontarlas con lo que establece la Palabra de Dios.
Véase a sí mismo(a) como una persona en proceso de crecimiento, principalmente espiritual y que como tal debe elaborar un plan de acción teniendo la suficiente flexibilidad para ajustarse, si es necesario, a los posibles cambios y obstáculos que se presenten.
Y por supuesto, tenga a Dios como el centro de todos sus procesos. Estando en Él no fallarás.
Oremos, “Padre Celestial, dame claridad sobre las mejores decisiones para decidir sobre los procesos en mi vida, sobre mi hogar y mi trabajo, todo busco hacerlo en excelencia y obediencia a Tu Palabra, lo creo en el nombre de Jesús, amén”.
Versículo “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie” Santiago 1:5 (NVI)
Buen Día
Juan C. Quintero
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