Alaben la misericordia del Señor… porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta.
Salmo 107: 8-9
Jesús les dijo: … El que a mí viene, nunca tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Juan 6:35
El ravenala, llamado árbol del viajero, está muy expandido en Madagascar y en las Antillas. Sus anchas hojas dispuestas en abanico contienen agua en su base, la cual permite apagar la sed del viajero sediento.
En la Biblia leemos que Dios proveyó a su pueblo, durante su travesía por el desierto, el alimento (el maná) y el agua de la roca. El cristiano halla un verdadero refrigerio para su alma en Cristo, “la roca espiritual” (1 Corintios 10:4).
En el capítulo 4 del evangelio según Juan, Jesús muestra a una mujer de Samaria dónde hallar el agua que sacia la sed del alma. Él mismo es, a la vez, “el pan de vida” y “el agua” que sacia la sed para siempre.
Aun hoy Dios pone gratuitamente a lo largo de nuestro camino el agua vital que se halla en su Hijo Jesucristo. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36). ¡No menospreciemos este ofrecimiento! Los que lo rechacen permanecerán bajo “la ira de Dios”, como lo declara solemnemente el final de este versículo: “El que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.
En la última página de la Biblia hallamos un urgente llamado: “El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17).
Nosotros que hemos recibido por la fe la salvación en Jesucristo, sigamos recogiendo esa agua pura de la gracia de Dios. Leyendo cada día la Biblia, encontraremos fuerza y gozo para servir al Señor.
Por: La Buena Semilla.