Hechos 11:26.
Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
Lucas 10:20.
Para que un recién nacido pueda llevar un apellido es necesario que su filiación sea inscrita en el registro civil. La Biblia nos enseña que para que podamos formar parte de la familia de Dios es necesario un nuevo nacimiento (Juan 3:7). Sólo con esta condición nuestro nombre podrá figurar en el Libro de la vida, ese «registro civil del cielo» en el cual Dios inscribe a todos los que creen en su Hijo y lo aceptan como su Salvador personal. Ellos, y sólo ellos, tienen “potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
Sí, ser un hijo de Dios es un derecho, pues está basado en la obra de Jesucristo y no en nuestros méritos. Alguien es cristiano no porque sea mejor o más religioso que otros, sino porque recibió a Cristo como su Salvador y lo reconoce como el Señor.