Ezequiel 34:11-12, 16
La Biblia compara el comportamiento del hombre al de una oveja, animal poco reflexivo. Cuando Jesús estuvo en la tierra, se compadeció al ver a sus contemporáneos vivir “como ovejas que no tenían pastor” (Marcos 6:34).
Describe a la humanidad como una multitud que va por un camino ancho y fácil, donde cada persona cree que puede vivir como le place, sin tener en cuenta a Dios. Pero este camino conduce al alejamiento eterno de Dios, y se llama “perdición”.
Jesús vino de parte de Dios precisamente para advertir a los hombres sobre la gravedad de su situación. Él declaró: “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11). “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre (Dios), sino por mí” (Juan 14:6). Ahora invita a aquellos que lo escuchan a reconocer que se equivocaron, a cambiar de dirección y a volver al camino que él les muestra. Los invita tal como lo haría un pastor que quiere salvar a su oveja y llevarla nuevamente al rebaño. Pero él hizo mucho más que un simple pastor, pues dio su propia vida por sus ovejas. Jesús sufrió el juicio que merecíamos debido a nuestras desobediencias a Dios, para abrirnos el camino que nos permite conocer a Dios como a un Padre.
Aún hoy tenemos ante nosotros dos caminos. Confíe en Jesús, “el buen Pastor”, quien le conducirá por el buen camino.
Génesis 28 – Mateo 16:1-12 – Salmo 17:1-5 – Proverbios 5:1-6
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