
Cuidarnos no es malo, ni vestir bien, pero depende de la intención con que lo hagamos. Por eso debemos analizarnos y guardarnos de no caer en este abismo; pues fácilmente caemos. Como hijos de Dios sabemos que nuestra belleza no es de afuera sino de adentro; que es nuestro corazón, especial, porque a través de ella mostrarnos al Creador.
Nada hacemos con un clóset lleno de ropa, zapatos, pero teniendo falta de perdón y resentimiento. No importa el traje que vistamos; si no estamos limpios por dentro, no podremos lucir el traje que llevamos puesto.
Invirtamos en limpiar nuestro corazón sumergiéndonos en el spa del Espíritu, el cual nos hará lucir como reyes y reinas sin necesidad de gastar. Tú corazón es lo que vale, no tu cuerpo. Si lo buscas, Él te dirá cómo embellecerlo.
Pastora Montserrat Bogaert
Carlos M. Thompson R.