El diablo… ha sido homicida desde el principio.
Juan 8:44
Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.
1 Juan 3:15
Unos arqueólogos sacaron a la luz los vestigios (mosaicos, monedas, utensilios, etc.) de una rica mansión romana de al menos unos 18 siglos. En el museo que expone los resultados de las excavaciones hay un objeto insólito que llama la atención: una fina lámina de plomo, de un centímetro de ancho y siete u ocho de largo, con estas palabras toscamente grabadas con un punzón: Nex. Cn. Inimic. Se trata de una tabla imprecatoria (que contiene una fórmula de maldición), cuya inscripción abreviada se traduce así: «¡Muerte a mi enemigo Cneo!». Este fragmento de metal, doblado por la mitad para guardar el secreto, fue escondido por un obrero o un esclavo en la alcantarilla de un pórtico.
Este testimonio de la maldad arraigada en el corazón humano ha atravesado los siglos. El odio y la superstición están presentes: si el hombre no puede destruir al ser que detesta, invoca contra él poderes maléficos.
Esta casa señorial era el centro de una inmensa propiedad agrícola. En ella convivieron muchas personas de toda clase social. Nadie sabe quién escondió esta inscripción. Pero el Dios justo y soberano grabó y pesó todas las palabras y acciones, como graba y pesa todo en nuestras vidas. Un día todo será revelado, incluso las intenciones más secretas, para confusión y castigo de los que no se hayan arrepentido.
Pero aún hoy la misericordia divina es ofrecida a todo aquel que pone su confianza en Jesucristo. Él vino y predicó “el evangelio del reino de Dios, diciendo: … arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15).
Nehemías 7 – Juan 9 – Salmo 119:9-16 – Proverbios 25:25-26
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